Amado, temido, odiado…, es un animal que no deja indiferente a nadie. La silueta del lobo evoca recuerdos, despierta la imaginación popular y estimula la creación de mitos. Quizás el adjetivo que mejor lo describa sea el de un célebre desconocido, pues la mayoría de las veces la superstición y la leyenda ocultan la verdadera biología del lobo. Aunque por fortuna en los últimos treinta años grandes investigadores, como el inolvidable Félix Rodríguez de la Fuente y otros muchos, han popularizado y divulgado algunas facetas de la vida del lobo muchas personas continúan ignorando buena parte de las asombrosas costumbres sociales y de las admirables actitudes solidarias de tan emblemático ser vivo (alimentación de los individuos heridos o enfermos, adopción de cachorros huérfanos…). Las analogías entre el lobo y el hombre resultan sorprendentes. Ambos muestran un carácter muy sociable, y se organizan en grupos donde los lazos familiares y sociales son extremadamente sólidos y estables en el tiempo. La manada de lobos, como sucede con la sociedad humana, adquiere una entidad propia. El lobo posee una proverbial adaptabilidad a diferentes hábitats, explota con éxito las más diversas fuentes nutricionales, aprovecha las oportunidades nuevas y se amolda a condiciones ecológicas cambiantes. Desde estas páginas se pretende...
