El mejor futbolista de todos los tiempos en opinión de muchos, fue rechazado por los principales clubes de fútbol brasileños en los comienzos de su carrera deportiva, hasta que, tras jugar en varias formaciones secundarias, en 1956, fue fichado por el Santos. A lo largo de su dilatada carrera deportiva, Pelé obtuvo con este mismo club diversas Copa de América y, en 1962, el primer Campeonato Mundial de clubes. La Perla Negra, uno de los apelativos que recibió, era un jugador de corpulencia media que conjugaba una gran habilidad técnica, un poderoso disparo con ambas piernas y una inusitada capacidad de anticipación. Especialistas y fanáticos consideraron a Pelé un artista, un director de orquesta, prestidigitador, bailarín y poeta de ese deporte que constituyó una nueva religión, donde él fue el máximo pontífice.