Lo encontramos en todos los clásicos, los antiguos y los más jóvenes: de Ovidio a Cervantes, de Goethe a Unmbral, pasando por Flaubert y tantos otros. Todos ellos han tratado de narrar, de describir, de ensalzar, de analizar quizá, el milagro del deseo, la sorpresa ante los cuerpos recién nacidos a la vida, el nacimiento de la ansiedad fecunda, del amor que duele y conforta. Paco Sanz recoge el guante y se lanza, empujado, por el entusiasmo del artista adolescente, del deseo limpio e intenso, a ralatarnos, mediante una ambigua tercera persona que no consigue alejar la sombra del autor, la vida de Javier, al que conocemos cuando todavÃa es un joven y cuya pericia sentimental llena una páginas que transcurren velozmente en torno a su relación con Eva , personaje que encarna la feminidad absoluta, con la historia, con la hipocresÃa de curas y maestros que nos impiden entender y alcanzar el verdadero sentido de la vida, la libertad que nos hace más felices, la auténtica naturaleza del amor... el destino al que estamos abocados.
