Las novelas reunidas en este volumen, publicadas entre 1890 y 1896, constituyen un grupo unitario e inician una nueva forma de novelar de doña Emilia: la narración en primera persona es un rasgo común, que permite profundizar en la exploración psicológica de los personajes. Una cristiana y La prueba son una sola novela publicada en dos volúmenes sucesivos, y en Doña Milagros y Memorias de un solterón la autora reitera su tendencia a agrupar sus novelas en parejas, con la relación argumental de ser, la segunda historia, solución de la primera. Con Doña Milagros, la autora construye un relato teatral de asunto galdosiano, el quiero y no puedo de la clase media venida a menos, con predominancia de los espacios interiores. La crítica actual destaca una lectura feminista de Memorias de un solterón desde los planteamientos vitales y la conducta de Feíta, otro modelo de mujer que reivindica su derecho a estudiar y a trabajar independiente , como al Tristana de Galdós.