Se busca Salamanca y no acaba de encontrarse. La personalidad de este viejo gran pueblo castellano va ligada a su Universidad, así que, muy lejos ya las glorias imperiales del Estudio General, muy lejos los tiempos en que los cardenales y ministros del Estado se doctoraban aquí, los salmantinos se preguntan qué Salamanca quieren que sea en el futuro. ¿Habrá que centrarse en recuperar las excelencias de su Universidad? ¿Será mejor apostar por una ciudad receptora de turismo cultural? ¿Debe la provincia industrializar más y mejor su producción agropecuaria? La respuesta, por el momento, no está clara.