Si la modernidad es una civilización de la palabra, si la nuestra ha sido, durante tanto tiempo, una cultura de la conversación, la vida de Café ocuparía en ella un lugar central, lleno de voces y de silencios, al ser autopercepción y desvelamiento, transformación e interrupción de la individualidad moderna. El Café es el escenario, público e íntimo, de una sabiduría irónica que se hace densa en medio de charlas, ruidos y rumores, entre el zumbido y a veces el rugido de la sociedad. Pero, además, algo decisivo pasó en el preciso instante en que alguien se sentó en una mesa junto a una ventana, pidió un café, tomó un papel y se puso a escribir.