Sobre los muros, el grafiti, como un laberinto prefigura la ciudad virtual. Las grandes transformaciones urbanas del siglo XIX generaron nuevas formas de vida que hoy se han consolidado: la velocidad impregna una existencia entre fricciones y otros contactos pasajeros; el shock le quita el puesto a la contemplación reflexiva, y la posibilidad del extravío o de una vivencia sorprendente aguarda a la vuelta de cada esquina. En las ciudades actuales las imágenes se aglomeran e imposibilitan esa observación sosegada con la que el artista antiguo escrutaba la naturaleza. Lo sagrado se sustituye por la mercancía, se impone la mitología de lo novedoso y las epopeyas viajeras del héroe literario transcurren ahora por un laberinto de calles artificial. Un laberinto que es también un grafiti que tacha el orden del paisaje clásico y estático. ¿Cómo es la ciudad que pronto todos habitaremos?