El arte de morir reúne en cuatro novelles de Émile Zola en torno a la cuestión, la necesidad o la idea de la muerte. En El capitán Burle, dos viejos amigos soldados, uno mujeriego y otro jugador, tendrán que batirse en un absurdo duelo propiciado por la torpeza y el aburrimiento. En La muerte de Olivier Bécaille, un hombre cuenta la crónica de su propia muerte y entierro, y la dificultad, si no imposibilidad, de regresar al mundo de los vivos. Una autopsia social es una mirada antropológica, distante y asombrosamente veraz, a las formas en que las distintas clases sociales se enfrentan a los ritos de la muerte, el entierro y el duelo. En Las caracolas de Monsier Chabre, contrapunto cómico a las demás historias y epílogo del libro, una pareja de recién casados viaja de París a la costa bretona para «no quedarse enterrados». Allí encontrarán lo que cada uno, a su manera, más desea. «Morí un sábado a las seis de la mañana, tras tres días de enfermedad... En el fondo había hecho bien en morirme, no iba a cometer ahora la insensatez de resucitar», Émile Zola
