El cine de hoy se puede resumir en dos palabras: imagen y velocidad. En consecuencia, el verbo pierde terreno mientras lo gana el diseño óptico. En la era del móvil y del ordenador, emerge paralelo el universo de la virtualidad. Surge, asimismo, el video digital y sus tal vez insospechadas posibilidades. Nos encontramos inmersos en una realidad dinámica en que todo es movimiento. Sin embargo, las películas nuevas implican, igual que las de antes, la obligatoriedad de un lenguaje. Este libro va en busca de una posible definición de ese lenguaje a través del análisis de un medio centenar de filmes realizados en lo que va del nuevo milenio. El autor, como un poco lo hizo en Cinefilia es locura y tal vez influido por Guillermo Cabrera Infante , intenta ahora una manera diferente de hacer la reseña fílmica, algo que tiene realmente poco que ver con la crítica convencional. De arranque resulta obvio que al escribir de cine lo hace también de su circunstancia. “Pretendo ser personaje de mi propio libro - revela -, así como también habrán de serlo aquéllos cuya convivencia me es cercana.” Al análisis inherente a todo texto crítico, añade elementos de naturaleza propiamente literaria, como pueden ser los de la escritura de un diario personal o de un libro de memorias. A eso el autor, persona tanto de cine como de libros, suma un agradable sentido del humor que va de la mano con la prosa amable y amena que siempre le ha caracterizado.
