El día 6 de agosto de 1921, El Comercio anunciaba en portada el viaje de su director al escenario de la guerra de África. Justo cuatro meses más tarde —el día 6 de diciembre—, Adeflor hacía las maletas para regresar apresuradamente desde Tetuán a Gijón poniendo fin a esta larga corresponsalía especial. Entre las dos fechas mencionadas, va a hacer llegar a su público 113 crónicas, más otras tres que añadirá luego a su vuelta, bajo el título de Recuerdos de campaña. En estas crónicas, las pequeñas historias personales van de la mano de la crítica política y de la denuncia valiente de la sinrazón de la guerra, o de las condiciones lastimosas de los hospitales de sangre, o de los deficientes equipamientos de los soldados. No deja de ser chocante imaginar a nuestro Adeflor, siempre impecable en su traje con corbata, chaleco y sombrero panamá, con su aspecto de bon vivant, con el puro humeante en la mano, [...] arrastrándose por los montes, vivaqueando, siguiendo a las columnas y comiendo el rancho cuartelero, a la vez que era capaz de efectuar unos análisis tan acertados como independientes.
