Con independencia del estilo y, sobre todo, con independencia de las ideas que uno quiere transmitir, los artículos que el lector ahora tiene entre sus manos sólo intentan despejar o desvelar algunas claves de la actualidad que hemos querido desentrañar mediante la escritura. A diferencia de la escritura más elaborada de los ensayos filosóficos tradicionales, la escritura de los artículos periodísticos ofrece la posibilidad de responder con rapidez, inmediatez y urgencia a los desafíos de la actualidad. Una repuesta que siempre tiene mucho de arriesgada cuando se quiere responder con urgencia y cuando se tiene voluntad de intervenir en la construcción de esta misma actualidad. En este sentido, estos artículos responden al compromiso de su autor con la realidad más inmediata de su vida social, política y cultural. Estas páginas prolongan y continúan un compromiso que no es sólo literario o periodístico. Se trata de un compromiso filosófico en el sentido más radical de la palabra, es decir, un compromiso con la realidad en todas sus dimensiones, desde la realidad familiar o social más sencilla y cercana hasta la realidad religiosa o política más complicada e incomprensible. También digo radical porque no son los textos de un simple cronista, intérprete, narrador, trovador o espectador de su tiempo, sino de alguien que ha querido ser protagonista, es decir, de alguien con voluntad de amasar la realidad de la vida cotidiana porque además de tener responsabilidades profesionales, intelectuales o filosóficas, las ha tenido sociales y políticas. Son artículos que están llenos de vida precisamente porque forman parte de ella, porque no han querido situarse fuera del campo donde se juega la vida social, política, cultural y religiosa. No faltarán los curiosos académicos que anden buscando un hilo argumental con el que inscribir estos textos dentro del humanismo cristiano, del republicanismo cívico. Del liberalismo social, del social cristianismo, del igualitarismo liberal, del reformismo político