El primitivismo que surgió del rechazo de Europa alimentó la angustia indigenista de escritores como Miguel Ángel Asturias, José María Arguedas, y el propio Neruda, al mismo tiempo, esta vuelta a los orígenes entre 1920 y 1930, despertaba en España el fervor barroco. Pero en América el barroco tiene un signo distino al que había originado el movimiento en España - el de una cultura dirigida a cumplir las expectativas de la clase dominante.