En la Europa de las invasiones bárbaras, la Hispania de los visigodos se convierte en la primera nación europea en la que la monarquía toledana consigue mitigar la crisis del mundo tardo antiguo. En este territorio todavía perdura un arte subantiguo que, después de la invasión del Islam, será capaz de recrear una cultura artística que esté al servicio de una aristocracia gobernante plenamente imbuida de ideales neo-góticos. Isidro G. Bango Torviso analiza en su primera parte todas estas manifestaciones del arte peninsular que constituyen un cierto particularismo hispano que se resistirá a desaparecer cuando, a partir del siglo XI, los reinos peninsulares, por iniciativa de los reyes y de algunos nobles, se integren en el devenir de las corrientes artísticas europeas. La integración en Europa se conseguirá con el románico; sin embargo, la penetración de este estilo internacional se producirá de forma muy desigual en cuanto a la cronología de sus primeras manifestaciones. A este tema está dedicada la segunda parte de la obra, donde también se analizan de manera crítica algunos aspectos del estilo que han sido expuestos generalmente de manera tópica. En conclusión, se trata de todo un clásico de la bibliografía sobre el arte medieval español, con especial valor en la primera parte dedicada al prerrománico y primer románico.