'La ambivalencia me acompañó a lo largo de más de sesenta años de mi producción y me trajo adversarios de todas partes, y es de esperarse que esto no va a cambiar mucho', dice Ernst Jünger en el breve y hermoso discurso que pronunció al recibir el Premio Goethe . No es una queja. El soldado alemán más condecorado durante la primera Guerra Mundial y el solitario, profundo y original escritor que, como el lo dice en la frase que acabamos de citar, ha proseguido su obra de acuerdo a sus propias exigencias tanto en el nivel moral como en el estético, no acostumbra quejarse. Ha recibido la gloria y el infortunio como partes iguales de la vida; con la misma impasible y rica curiosidad. Es el precio de la radical singularidad en el terreno estético de esa obra y es el precio de la radical exigencia de verdad para consigo mismo en el terreno moral.