En palabras del propio autor, 'el siglo XX ha sido juzgado y condenado: siglo del terror totalitario, de las ideolog铆as ut贸picas y criminales, de las ilusiones vac铆as, de los genocidios, de las falsas vanguardias, de la abstracci贸n como sustituto ubicuo del realismo democr谩tico. No deseo abogar por un acusado que sabe defenderse solo. Tampoco quiero, como Frantz, el h茅roe de la pieza de Sartre Los secuestrados de Altona, proclamar: 'Me ech茅 el siglo al hombro y dije: 铆Responder茅 por 茅l!'. S贸lo quiero examinar lo que este siglo maldito, desde el interior de su propio devenir, ha dicho que era. Quiero abrir el legajo del siglo, tal como se constituye en el siglo y no por el lado de los sabios jueces ah铆tos que pretendemos ser. Para hacerlo, utilizo poemas, fragmentos filos贸ficos, pensamientos pol铆ticos, obras teatrales. Todo un material, que algunos presumen anticuado, a trav茅s del cual el siglo declara en pensamientos su vida, su drama, sus creaciones, su pasi贸n. Y veo entonces que a contrapelo de todo el juicio pronunciado, esa pasi贸n, la del siglo XX, no fue en modo alguno la pasi贸n por lo imaginario o las ideolog铆as. Y menos a煤n una pasi贸n mesi谩nica. La terrible pasi贸n del siglo XX fue, contra el profetismo del siglo XIX, la pasi贸n de lo real. La cuesti贸n era activar lo Verdadero, aqu铆 y ahora.'
