Una historia fantasmagórica, constituida de retazos, memorias, destellos de una realidad imposible que arrastró a gente corriente a tomar un machete y a defenderse de un horror imaginario matando a sus vecinos. Aquí está la historia de las víctimas y de los supervivientes que anduvieron sobre cadáveres y carreteras camino de otro país, aquí está la historia de los que se alzaron bajo las nubes y sobre una tierra esmeralda y con los machetes en las manos se lanzaron a una orgía desenfrenada de sangre. Aquí están los que llegaron del monte dispuestos a matar por miedo, alentados por la radio, perfectamente organizados, sabedores de lo que sucedería después pero incapaces de contenerse, y lo peor es que eran y son personas normales con la mente destrozada por la propaganda. Ahora tienen que convivir de nuevo, y confiesan que no entienden, pero aceptan, el designio del destino. Véronique Tadjo viajó a Ruanda en 1998 y allí reunió los testimonios de víctimas y verdugos de la guerra: mujeres violadas, niños perdidos, prisioneros, asesinos que aún ahora confiesan que se sintieron arrastrados por una fuerza avasalladora. A través de este mosaico de destinos el libro toma un aire íntimo, y los rostros y las voces se hacen tan cercanos que finalmente comprendemos que todo es posible todavía.
