En unos tiempos como los que corren en los que el mestizaje (no ya de razas, ni siquiera de culturas, sino simplemente de saberes) y la transversalidad (por supuesto, de los conocimientos) lo tiñen todo con un aire despreocupado, y hasta frívolo, sin importar mucho o nada cuáles son sus consecuencias, ni siquiera su origen, de vez en cuando surgen en el medio del océano islotes firmes que no se dejan abatir por la fuerza del oleaje impulsado por vientos de un lado y de otro. Desde hace años, el Grupo de Estructura de Datos de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria está empeñado en desarrollar una serie de herramientas informáticas de utilidad práctica para el análisis y conocimiento de nuestra lengua, en especial de las palabras, de sus estructuras internas y de las relaciones que mantienen entre sí. Este libro no es sino consecuencia de ese gran y mantenido esfuerzo. Cuando se tienen claros cuáles son los objetivos que se quieren alcanzar y cuáles son los medios para lograrlo, amén de una gran pasión por el trabajo, así como confianza en el equipo bien cohesionado, no es difícil ir completando etapas, ni siquiera cuando los aires no son favorables o cuando hay que ir sorteando mil escollos que surgen de continuo. Si me he comprometido a poner estas primeras líneas del libro, no es porque los autores sientan que con ellas queda arropado lo que sigue –pobre protección la que yo pueda dar en este mundo en el que no sé navegar–, sino porque me obligan la admiración y respeto por el trabajo, y la deuda impagable de la amistad. Manuel Alvar Ezquerra
