Desde que se tiene memoria, mujeres y hombres homosexuales han sido una de las minorías más oprimidas; han vivido una historia cruenta de odio, persecución, encierro, invisibilidad. En el mejor de los casos, se los ve de soslayo o se les concede una engañosa tolerancia represiva. En las últimas décadas ha habido cierta apertura de criterios y parecería que quienes aman a gente de su mismo sexo, juzgados intermitentemente como pecadores, delincuentes, perversos o enfermos, ya no tienen que pedir permiso para existir. Entonces, ¿por qué tantos siguen haciéndolo? Con la mirada lúcida e incisiva propia del investigador social, y a la vez con el profundo conocimiento del tema adquirido con su participación en capítulos recientes y decisivos de esta historia, Lizarraga, uno de los pioneros del movimiento de liberación homosexual en México y todavía hoy activo militante, nos ofrece una obra con cuya lectura, como sostiene José Ramón Enríquez, >, pues >