Dos generaciones: una mujer y su nieto. Un marco: la ciudad, ese marasmo multicolor en el que se agitan millones de hombres. Grannie, la abuela, soñó en su juventud con cruzar el océano, varar en riberas más acogedoras... Y emprendió el viaje siguiendo el rastro de sus padres. Supo del trabajo agotador, de la persecución y la muerte. Al regresar, hunde las raíces en una mecedora porque finalmente ha descubierto que no existen territorios más acogedores más allá de la tierra que te acunó al nacer. Jonas, el nieto, contempla las arrugas que surcan el rostro marchito de la anciana y sabe que son el cauce de una antigua sabiduría. Pero el viento sopla en sus entrañas y también él, como la pequeña Grannie, se estremece cuando contempla los grandes navíos que se disponen a zarpar. Por encima de ellos, la presencia de una ciudad sin nombre, aunque perfectamente identificable, donde florece la ternura, pero donde se desata, a veces, el horrendo estallido de la crueldad. La prosa vivaz y ágil de Dalembert nos ofrece en esta novela una emotiva y brillante metáfora del Haití de hoy. Una muestra imprescindible de la nueva narrativa.
