Con testimonios reales y humor terapéutico, este libro muestra que la idealización es un narcótico poderoso. Y que la capacidad femenina para decorar, barnizar, restaurar y reciclar a un hombre a gusto -sobre todo cuando no es de buena madera-, es prácticamente inagotable. El cerebro de una mujer está perfectamente acondicionado para convertir un sapo en príncipe. ¿Acaso no absorbió ríos de historias rosas, folletines, culebrones y películas empalagosas? Más tarde o más temprano, el encanto se rompe y la realidad aplasta. ¿Vivimos con un desconocido? ¿Cómo puede cambiar tanto?