Los mundos colindantes —el real y el imaginario— tienen algo en común: los sueños. Y ese es precisamente el hilo conductor de esta obra, el sueño de un personaje por llegar a ser real y protagonista de una historia. Esta fantasía va describiéndose mediante las emociones que provocan en él los relatos que componen el libro. Sin solución de continuidad, los sentimientos se verán reflejados de inmediato en el mundo real, entrecruzándose como elementos que van perdiendo su definición precisa. Así, poco a poco, como en un sueño, a medida que las historias van siendo soñadas, irá surgiendo una pregunta: ¿vivir es soñar? Y al final, sólo restará una respuesta: soñar es vivir.