El genio y talento humano, si no es arropado y completado por un carácter recio, libre, entusiasta y responsable, se marchita y desperdicia sin proveer su gran caudal de creatividad e inteligencia. ¿Acaso no es liderazgo, una cuestión de coraje, de fortaleza, de voluntad? ¿Dónde florece este carácter, válido para afrontar las crisis y gestionar el convulso devenir humano? La historia personal, íntima y genuina de cada persona conoce la respuesta. Tarde o temprano, todo ser humano recibe la visita imprevista de una vieja y exigente maestra: la adversidad.