Carolina Coronado (Almendralejo, Badajoz) es una de las figuras más sugestivas del siglo XIX. Su éxito como escritora y su gran personalidad la hicieron ser centro de atención en el mundo intelectual y social de su época. Una vida plagada de acontecimientos dolorosos y mágicos, desafíos a la muerte y su apasionado carácter trazaron, aún más, esa visión romántica y misteriosa que ella cultivó desde su coro de sombras. Azorín dijo de Carolina: poeta de las delicadezas, de los gestos imperceptibles, de las tonalidades suaves, del ritmo callado y sugestivo, de los detalles diminutos que nos revelan, de pronto, el alma de las cosas. _ ¡Oh, cuál te adoro! ¡Oh, cuál te adoro! con la luz del día tu nombre invoco apasionada y triste, y cuando el cielo en sombras se reviste aun te llama exaltada el alma mía. Tú eres el tiempo que mis horas guía, tú eres la idea que a mi mente asiste, porque en ti se concentra cuanto existe, mi pasión, mi esperanza, mi poesía. No hay canto que igualar pueda a tu acento cuando tu amor me cuentas y deliras revelando la fe de tu contento; tiemblo a tu voz y tiemblo si me miras, y quisiera exhalar mi último aliento abrasada en el aire que respiras.
