Kely, la tortuga inteligente que se siente mujer, al percibir la punzada de la muerte se ve asaltada por un deseo; la imperiosa necesidad de dejar testimonio de sus experiencias vitales y del conocimiento adquirido a lo largo de tantos años de existencia por si, en alguna medida, fueran útiles para otros seres vivos. Difícil pero no imposible y así, empeñada en ello, decide abrazarse a algún elemento de su entorno en el que reposar y que a la vez le resulte cálido y le ayude a rememorar esa película vivida en el tiempo como una forma de reafirmarse mientras dice adiós. Quizá esta historia sea un sueño soñado en un momento de confusión tal, que solo puede explicarse desde esa barrera que llamamos vida, situada entre la nada y la nada o, tal vez, un testamento que reivindica para todos los seres que habitan el Planeta Tierra el reconocimiento que se merecen. Todo ello expuesto con una visión tan femenina como puede llegar a serlo la propia protagonista y narradora ese es el viaje al que Lola Millás nos invita desde su última novela Soñar junto a la pata del aparador.