Incluso muchos de los que se reconocen melómanos asocian al nombre de Wolfgang Amadeus Mozart únicamente al padre. Pero también uno de sus hijos se llamaba así, al menos desde el momento en que Constanza, su madre, volvió a bautizar oficialmente al recién nacido tras la muerte de su esposo. W. A. Mozart hijo fue compositor, y sus obras demuestran que considerarlo un epígono del padre sería simplificar las cosas. Se ha proyectado una falsa imagen de él, dando una perspectiva condicionada siempre por la figura de su progenitor. Para Ludwig Laher este enfoque es injusto. El autor se toma en serio al hijo, y muestra un análisis literario de su inútil esfuerzo por librarse de la sombra de su padre y expresar su gran talento.