La relocalización de la producción como remedio a estelibrecamino energívoro· que ha alimentado una deflación salarial, factor activador de la tormenta financiera; la nacionalización de los bancos para asegurar que los miles de millones de ayudas públicas no irriguen de créditos a la industria antes de que dé dividendos a los accionistas; la subida de la carga impositiva sobre las rentas altas, ya que incluso uno de los consejeros del presidente Sarkozy siente cómo brota en todas partes la indignación de las clases populares y de las clases medias contra las desigualdades en las remuneraciones, que han alcanzado niveles jamás vistos desde el siglo XIX; la inflación, en último lugar, para desinflar las montañas de créditos suscritas por los Estados. De ahora en adelante, la cuestión ya no es simplemente saber si el sistema es susceptible de corrección, sino cúanto durará, a qué precio y quién lo pagará. Este Atlas es a la vez lo suficientemente temerario como para plantear la pregunta y lo suficientemente prudente como para saber que ningún mapa contiene (todas) las respuestas.