Sobrecogidos, hemos tendido a refugiarnos en el viejo mito. Hemos pretendido volver al Padre Dios que una vez nos acogió, para que nos salve de esta incertidumbre a la que nuestro deseo de ver y comprender nos ha llevado. Pero hemos comprendido que una vez que salimos de la cueva, encontramos la puerta tapiada al volvernos. Seguimos preguntando curiosos, pero las respuestas no se encuentran en nuestra mente. Acudimos a las enseñanzas de Siddharta o de Jesús y nos sorprendemos con un torrente fresco de acción: Qué hacer para sanar al linaje humano sin buscar respuestas dogmáticas. Nuestro recorrido de búsqueda es largo, pero al fi nal acabamos aquí, donde nuestros pies pisan la Tierra, interpelándonos sobre nuestras tareas pendientes, para que éste nuestro siglo no sea el siglo fi nal, para que nosotros tengamos una herencia que dar a nuestros hijos. Acompáñame en esta búsqueda, te lo ruego