La obediencia, la pobreza y la entrega total de los miembros de la Orden que rige la vida templaria marcan el destino del último templario de Aragón, morador del castillo montisonense. Allí unos cuantos caballeros afrontan la difícil situación que viven: defienden su vida y sus posesiones, reciben ayuda de algunas personas, preparan su irremediable final, e incluso, surge el amor.