La obra tiene su punto de partida en la observación empírica y jurídica de la actividad de los medios. Ello permite advertir frecuentes casos de mala praxis informativa que, casi siempre, responden a un incorrecto o interesado entendimiento de los derechos informativos. El libro se presenta, por tanto, no sólo como una reflexión sobre esa sobreabundancia de males informativos, sino también como una posible cura desde la disciplina del Derecho de la Información.