PRÓLOGO Recuerdo como si fuese ayer aquel día de 1988 en mi despacho del viejo Consulado General de España en Ciudad de El Cabo en que recibí una larga carta de Ana Isabel Cifuentes desde su nuevo destino en Nicosia —adonde acababa de ser trasladada desde nuestra Embajada en Siria— en la que, con característicos humor y buena onda aprovechaba para darme unas cuantas noticias sobre su nuevo puesto y sobre las disparatadas situaciones a que daba lugar la arbitraria división de la isla tras la invasión turca de 1974. Después seguirían varias cartas más cuyo contenido se recoge en algunos de los capítulos del libro que, a instancias de su autora, tengo hoy la satisfacción de prologar una vez revisado y corregido por ella para esta nueva edición. Se trata de un libro de viajes que reúne también características de otros tres géneros: tiene mucho de Diario, de Memorias y de correspondencia, cuatro géneros muy raros entre nosotros que, no sé si por pudor o por pereza, no somos nada dados a plasmar por escrito nuestras vivencias, recuerdos, impresiones y opiniones al contrario de lo que sucede en el mundo anglosajón donde prolifera este tipo de libros. Me parece esta agrafia española una verdadera lástima pues considero del mayor interés las observaciones y comentarios que a una persona inteligente y sensible le sugieren los hechos y las personas que ante ella desfilan al hilo de los días. Por eso hay que agradecer doblemente a Ana Isabel Cifuentes que nos obsequie con sus impresiones contenidas en estas Tres son, a mi juicio, las notas que caracterizan los escritos de Ana Isabel Cifuentes: el optimismo, el humor y el sentido de la justicia. Todos ellos presididos por el sentido común que impregna toda la obra — al igual que toda su vida—. La llegada a un nuevo puesto es siempre una experiencia fascinante por la aventura del descubrimiento, en primer lugar, de la ciudad donde vamos a vivir los próximos años. Resulta apasionante descubrir sus calles, sus edificios, teatros, cines, librerías, tiendas, restaurantes, ir penetrando en su sociedad y, en un segundo momento, adentrarse en el resto del país en búsqueda de igual conocimiento .