Cuando la Edad Media inició su ocaso el hombre europeo comenzó a sentir mayores ansias de libertad y de autonomía. Fue entonces también cuando los cristianos concibieron la necesidad de una piedad más privada, de un contacto más directo con la divinidad. El libro de horas, que había hecho su aparición en siglos anteriores, fue el instrumento más adecuado para este nuevo acercamiento a Dios, ya que su texto no pasaba necesariamente por el control eclesiástico.