En esta obra se afronta, con ágil humor, el asunto de todo lo que el ser humano ha comido y come sin intención nutriente, es decir, todo lo que implica intenciones mágicas, supersticiosas o religiosas. Rica en observaciones y sospechas sorprendentes, un poco tremebundas quizá (desde la manzana de Eva hasta unos panecillos con la imagen de Lenin, que así se daba a comulgar al pueblo), esta obra conduce al lector, sin esfuerzo, a reflexiones llenas de intensidad. Las librerías no deben situarla en la sección de los recetarios de cocina o similares.