A los andaluces nos robaron nuestra memoria, nos incautaron nuestra historia, intentando enterrar nuestra identidad. Nos enseñaron que sólo somos hijos de la Reconquista, gentes de colonización venidas del norte de España en sustitución de aquellos pérfidos moros que la habitaron durante ocho siglos. Consiguieron que percibiéramos a los habitantes de Al Ándalus, de la Bética romana, de Turdetania, de Tartessos o del Algar como gentes ajenas. Pues la verdad es bien distinta. El andaluz es mestizo, fruto de las sucesivas incorporaciones de sangres, culturas y religiones. Y como pueblo ha tenido una continuidad desde la más remota antigüedad. La Alhambra, Itálica, Los Millares o Tartessos fueron construidas por nuestros antepasados y no por extraños foráneos de paso.