Jacob puede sanar un cuerpo enfermo, pero ¿puede alguien aliviar las almas de los hombres? En esta preciosa fábula los autores se preguntan si liberar al hombre de su dolor físico, cuando éste no puede escapar a su propia naturaleza, no hace sino acrecentar su propia angustia y la de aquellos que tienen el don de curar.