Cada vez hay más información y cada vez menos tiempo para tratarla y para transmitirla. De ahí la necesidad de condensar las ideas con el máximo de fuerza y claridad. La síntesis requiere un ejercicio arriesgado, y algunos no vacilan en ver en ella una de las más elevadas actividades de la mente. En efecto, la práctica de síntesis presupone el deseo de elevarse, de tener una visión de conjunto, de dar preferencia a las informaciones fundamentales y de hacer resaltar todas sus interacciones para facilitar la comprensión o la toma de decisiones con todas las cartas en la mano. Instrumento de reflexión y de acción, la síntesis ha demostrado también ser una prodigiosa ayuda para la comunicación: actúa sobre los oyentes, colaboradores o clientes, provocando cuatro efectos al mismo tiempo: concisión, esclarecimiento, creatividad y persuasión.