Yo me llamo Jimmy Cruz, Jimmy por Santiago, Cruz por la cruz de Cristo y una vez comà angulas. He aquà las señas de identidad del protagonista de esta novela, un vigilante jurado que presta sus servicios en el Museo del Prado, a quien le asalta la idea de tramar un plan terrible con el que poder liberarse de su existencia miserable y optar a convertirse en un fenómeno de masas, a medio camino entre los medios de comunicación y las instituciones penitenciarias. El prado de los monstruos surge del derroche de barbaridades y despropósitos que Jimmy Cruz exhibe al reflexionar por boca ajena sobre un entorno urbano que le resulta desolador. Ese disparate que constituye la vida del personaje es empleado por un oscuro periodista llamado Losorujos, verdadero transcriptor de la novela, como artificio literario con el que sutilmente se van contraponiendo las apariencias y realidades de una sociedad desquiciada e hipócrita, que se muestra desbordada por sus propias contradicciones. Desde el armazón de su peculiar estructura narrativa hasta la ironÃa de su planteamiento estilÃstico, El prado de los monstruos está profundamente impregnada del espÃritu picaresco de la novela barroca, en el que la crÃtica, el sarcasmo y el escepticismo justifican en última instancia la única verdad que en los tiempos cambiantes pudiera ser entendida como absoluta: la pasión desmesurada por la supervivencia.
