El ser humano mantiene una relación ambivalente con su propio sentido del olfato, ya que los hombres parecen necesitar oler a algo distinto de sí mismos. Los olores corporales humanos, que, como los de los demás mamíferos, tuvieron en su momento la función de reclamos sexuales o de señalizadores de propiedad territorial, han llegado en las sociedades desarrolladas a provocar un fuerte rechazo social. A diferencia de los animales, los seres humanos dedican mucho tiempo y esfuerzo a suprimir su olor corporal y sustituirlo por aromas de plantas y animales que, a menudo, actúan como atractivos sexuales. El objetivo de este libro es el estudio del olfato humano tanto en sus aspectos biológicos lomo culturales. Los olores son así presentados, por una parte, como fenómenos fisiológicos con un profundo contenido sexual. Por otra, son estudiados desde el punto de vista de la antropología y la historia de la civilización. El uso de los perfumes y el incienso ilustra bien este doble papel, ya que, aunque enraizado en fenómenos biológicos, tiene una dimensión histórica y cultural muy importante.
