Damián de Veuster, joven misionero flamenco, siguió su ardor por el evangelio hasta la identificación con los más desheredados de su tiempo. Enfermo, condenado, dos años antes de su muerte, el padre Damián escribe La alegría y la satisfacción del corazón hacen que me crea el misionero más feliz del mundo. Su nombre es comparable hoy con el de la Madre Teresa de Calcuta.