En Botswana nunca había habido una mujer detective... hasta el día en que Mma Ramotswe decide abrir su pequeña oficina al pie del monte Kgale, cerca del desierto de Kalahari. Le basta con unas sillas, dos mesas, un teléfono y una secretaria... además de unas tazas para invitar a los clientes a tomar un té. ¿Qué otra cosa se requiere para resolver misterios? Al fin y al cabo, ¿no se han dedicado siempre las mujeres a escuchar y a intentar solucionar los problemas de los demás frente a una taza de té? Mma Ramotswe no es una irónica intelectual ni una aguerrida ex policía, sino una mujer alegre y rolliza, cargada de sentido común y con un firme deseo de ayudar al prójimo. En su opinión, muchas personas no saben distinguir el bien del mal, y hay que enseñarles la diferencia. Huérfana, superviviente de un matrimonio infernal y madre por sólo cinco días, esta Miss Marple africana sabe reconocer el dolor ajeno, y quiere contribuir a aliviarlo. Sus métodos son tal vez poco ortodoxos, pero también lo son sus casos, así como sus atribulados clientes. Con sus acertadas descripciones y sus sensatos comentarios, la protagonista de esta novela nos introduce paso a paso en la realidad de un país lejano y desconocido, donde la teconología convive con las tradiciones mágicas, y donde resulta más fácil conocer las noticias de boca de las vecinas que leyendo la prensa.