El fin de las ideologías y del denominado “pensamiento fuerte” nos llevó a lo largo del S. XX a laPosmodernidad, a la pérdida del sentido unitario de la verdad y los valores, al “todo vale” propio delpensamiento débil. La ausencia de ideologías y valores firmes hizo que las democracias se debilitasen y quela población perdiese todo interés por la participación política. Sin metas claras, el mundo cayó en manosdel puro consumismo, del ocio anestesiante y la total falta del uso de la libertad como forma de participaren la dirección de nuestros destinos. Las democracias, abandonadas por sus bases populares, se hanconvertido en simples democracias formales donde los individuos se limitan, en el mejor de los casos, a labúsqueda del bienestar y a la dependencia infantil del Estado. Sin argumentos sólidos, sin ideologías quenos orienten, sin valores objetivos, los gobernantes se limitan a la adulación del pueblo, al ejercicio delpopulismo y a la demagogia. Y esta situación está llevándonos, cada vez de forma más clara, a los extremospolíticos: de extrema izquierda, de ultraderecha, independentistas, etc. Y las democracias débiles, sedebilitan aún más.Sin embargo, desde nuestra posición filosófica, creemos que aún es posible recuperar la democraciaen un sentido fuerte sin, por ello, caer en el dogmatismo de las antiguas ideologías. Las ideologíasmurieron y no deben resucitar, pues son dogmáticas y poco dadas al diálogo racional. Sin embargo, debeser posible recuperar los valores sociales, la racionalidad fuerte del pensamiento político y la defensa deideas propias. Es la “libertad” como valor fundamental la que, unida a la confianza en la razón, la equidady el diálogo, puede justificar una posición equilibrada, razonable, democrática, en fin, de centro. Estas son,pues, nuestras diez razones para ser de centro.
