Hasta hace muy poco la felicidad tan solo ha sido un concepto teórico, filosófico y poético. Algunos han dicho que se trata de una aspiración legítima, mientras que otros se han atrevido a afirmar que es una utopía imposible de alcanzar. Pero en los ultimos años la felicidad ha empezado a concretarse, incluso formando parte de algunos programas políticos, de encuestas y de indicadores sociales, como el FIB (Felicidad Interior Bruta). Y toda esa revolución silenciosa empezó en el lejano reino de Bután, un pequeño país en la cordillera del Himalaya, a medio camino entre India y China. Gracias a aquel gesto lleno de sensibilidad y de sentido común, por primera vez en la historia, unos gobernantes decidian adoptar una actitud valiente, atreviéndose a preguntarles a sus propios ciudadanos si, más allá de llegar o no a final de mes (PIB), eran realmente felices (FIB).