Las almas atrapadas en el laberinto configurado por su propio ego son absorbidas por el vórtice creado por la Rueda de los espejismos. En el sucederse de un sin cuento de reencarnaciones progresivas se limpian de las escorias que las degradan hasta recuperar su prístina naturaleza. Restituida la deuda contraída con la ley de causa-efecto, las almas redimidas se sitúan en el Sendero que conduce a la Luz y que nunca debieron abandonar. Ángela Edo, en Avatares 1 y 2, no nos habla de las almas prestas a re-nacer y que por re-nacer se afanan. Nos habla de las que, por desidia o rebeldía7 se resisten a sujetarse al proceso acrisolador que da razón de ser a la Rueda. De esas almas nuestra autora toma una, y seis de los eslabones que forman la cadena con que esa alma carga, en los que se hace manifiesto su estancamiento espiritual. Muchas oportunidades se ofrecen a esa alma que la invitan a arrancarse a su error, pero ella, reencarnación tras reencarnación, se aferra a su ofuscamiento. En un lapso de tiempo que abarca milenios, se demuestra incapaz de dar un solo paso hacia adelante. Está claro que es irredimible. Escrito está que muchos son los llamados77. Cabe preguntarse, ¿por qué serán tan pocos los escogidos? No es mal tema de meditación. Invitamos al lector a que medite acerca de ello.