Aunque puede parecer que a algunos occidentales no les resulte atractivo el perfil del hombre japonés, protagonizado tanto por la agresividad del samurai clásico como por el hombre de negocios contemporáneo casado con la empresa; en cambio, sí parece también ser un hecho real el profundo atractivo que sienten los varones occidentales hacia la mujer japonesa. El fenómeno del “japonismo” a finales del siglo XIX descubrió a Occidente la fascinante belleza de las geishas, protagonistas de los grabados ukiyoe de los maestros de la época Edo.