Con la boca abierta se inscribe en la tradición de la miniaturas biográficas, iniciadas por el curioso John Aubrey, a mediados del siglo XVII en Inglaterra, con sus Vidas breves, continuadas, también en Inglaterra, por Lytton Strachey, y sacadas de quicio por Edith Sitwell con sus personajes excéntricos. La cumbre de este género la constituyen, sin lugar a dudas, las Vidas imaginarias, del francés Marcel Schwob, obra que, reconoció Borges, constituye el inicio de su narrativa.