La crisis de Líbano y ahora la de Iraq ponen de manifiesto la dificultad de construir Estados nacionales en Medio Oriente. A comienzos del sigo XX Gran Bretaña, en Mesopotamia y Palestina, y Francia, en Siria y Líbano, se arrogaran el mandato de la Liga de las Naciones para intentar trasplantar la democracia y los valores occidentales al mosaico de comunidades, sectas y grupos étnicos de la región. El objetivo era “civilizarlos”, llevándolos del sistema comunitario del Imperio Otomano a integrar Estados modernos, democráticos y estables. El caso particular de Líbano parecía el más promisorio dado el largo contacto entre Francia y una importante comunidad cristiana nativa, los maronitas. Sin embargo, ya en los años setenta, el experimento en Líbano, tan entretejido con el de Siria, fue el primero en colapsarse. Como fiel espejo astillado de Medio Oriente, la diversidad y el antagonismo entre las identidades comunitarias y confesionales de Líbano no pudieron acomodarse al sistema democrático o a las ideologías de inspiración occidental. Con un enfoque novedoso, este estudio analiza los encuentros y desencuentros de las comunidades confesionales (maronitas, drusos, cristianos orientales, sunitas, shiitas, alawitas) inmersas en el enfrentamiento milenario del cristianismo y el Islam y sujetas a la constante interferencia de poderes hegemónicos externos. El objetivo es desmontar las historias superpuestas de Líbano. La cuestionable restauración del Estadolibanés, tras las intervenciones de Israel y Siria en los años ochenta y noventa, debería servir de advertencia a la que ahora intenta Estados Unidos en Iraq. Mientras políticos, diplomáticos y militares, propios y ajenos de la región, continúen evadiendo o ignorando la realidad comunitaria confesional y la identidad fragmentaria de Medio Oriente, difícilmente podrán encontrar soluciones viables y duraderas para los conflictos de la región.
