E X T R A Ñ O S E N U N B A R La encontré una tarde de lluvia y poesía, solitaria, en el bullicio de un bar, sentada, supuse, ante una taza de té. Vestía de negro y parecía perdida buscando el camino de vuelta entre el humo azul de su último cigarrillo. Pensé: me gustaría ser su ángel de la guarda.