La poesía de Julio Rodríguez es moderna y, por lo tanto, clásica al mismo tiempo, es contenida y luminosa, sobria e incisiva, universal y, sin embargo, extrañamente familiar. Poesía en estado puro. Poemas sencillos, fulminantes, con vocación de transparencia, a veces rasgados por el arañazo del dolor y la muerte, pero siempre dispuestos a festejar la vida alrededor, a la celebración del ocio, del abrigo y también, por qué no, de la intemperie, del paso firme de los días y, sobre todo, del amor cotidiano y doméstico.