El corazón ha sido tradicionalmente el símbolo de nuestras emociones, sentimientos e impulsos más íntimos y profundos. Las heridas de la vida lo dañan y lastiman. Este libro invita a poner en práctica una serie de remedios que contribuyen a encontrar el equilibrio y que son propios del cristiano, por ejemplo, la confianza del amor que Dios nos tiene o el poder de la fe.