El eje sereno de Mario Satz parte de la premisa de que las emociones nos atraviesan para enseñarnos a vivir entre virtudes y defectos, y que así como la polaridad luz-sombra nos exige hallar un término medio entre ambas para nuestro propio beneficio, a una emoción negativa le corresponde una positiva para que, alternando alegría y tristeza, descubramos al fin un eje, el de la serenidad, que neutraliza el exceso de la primera y evita el desánimo de la segunda.