Hablamos de borracho a sobrio, qué se yo, quien sabe de dónde vendría el tipo, qué habrá vivido las ultimas horas, no tiene dientes, bueno, algunos. Lo primero que me dijo fue que tenía mandamiento de apremio, y que se cagaba en la policía. Al rato me preguntó si no tenía unas monedas, le dí todo lo que traía, más algunos cigarrillos, aunque no fumaba porque tenía neumonía. Le hablé del interés por publicar su obra en una editorial española y bla bla bla, me presenté. Me dijo que el único lugar donde lo podía ubicar o dejar mensajes era en una parroquia en la ciudad de El Alto, a media hora de La Paz, me dejó un teléfono y eso. Después siguió la conversación, comentamos pasajes de sus libros, y sobre todo bromeamos con uno, que es un diccionario que él escribió, se llama Coba, Lenguaje del Hampa Boliviano. Me contó que estaba un poco mal, se toco el pecho y nada, un nudo en la garganta, enseguida comenzó a hablar sobre una tal Nancy, una puta –me dijo–, si, si, una puta, vive de su culo, y a los segundos se puso a llorar, me dijo que se iba a comprar un soldadito (envase pequeño de alcohol 90º, con tapa verde) para el camino, nos despedimos...